26 de junio de 2008.- Aunque a eso de las 3:00 de la tarde, una leve lluvia empezó a retrasar la exhibición aérea de la Feria Aeronáutica, luego de un rato los aviones de la Fuerza Aérea hicieron asomar unos rayos de sol con sus peripecias.
La Feria Aeronáutica abrió oficialmente a las 11:00 de la mañana, con la presencia del Vicepresidente Francisco Santos y diferentes representantes de la industria aeronáutica.
Desde la hora de apertura podían verse centenares de personas asomadas en la rampa del aeropuerto José María Córdova. Los stands comenzaban a pulir cada detalle para que todo estuviera listo y los visitantes pudieran conocer los diferentes productos y servicios allí ofrecidos.
Francisco Santos, Vicepresidente de la República dio la bienvenida a los asistentes y destacó los logros y avances de la industria aeronáutica durante los últimos años.
Aunque el cielo se había vestido de gris, el aeropuerto brillaba por su amplio espacio revestido con aviones de todos los modelos y tamaños; Desde un pequeño Airbus A320 a escala, hasta un Jet relucían en el lugar.
Todo transcurrió muy normal en cada rincón del aeropuerto pese a una kilométrica nube que amenazaba desde el cielo con aguar la fiesta. El show central de la Feria Aeronáutica y el más esperado por visitantes y medios de comunicación era la revista aérea.
De repente el firmamento pareció rasgarse y tímidamente el sol empezó a salir, aunque sólo fuera por unos minutos. El show inició con 2 helicópteros Arpía que entre adiestrados y amenos saludos al público, logró en cuestión de segundos conquistar con sus “volteretas” y robarle a más de uno un emocionante grito.
Las miradas se volcaron todas hacia el cielo y casi nadie volvió a poner en tierra los ojos, a menos de que así lo hicieran los pilotos.
La escuadrilla “Alas Tricolor” de la Fuerza Aérea Colombiana, por ejemplo, descrestó con piruetas como “delta”, “diamante”, el “8 cubano reverso” y “el martillo invertido”.
Sin embargo, ni el frío inclemente de aquella opaca tarde logró vencer. El show cerró finalmente cuando el motor de un Jet Turbo de la Fuerza Aérea Norteamericana encendió turbinas y rasgó sin piedad el cielo rionegrero, concluyendo con osadas maniobras aéreas